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Tinta.Moradamiércoles, 28 de octubre de 2009
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19:44
Primer cortometraje de Burton. Disfrutenlo
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Tinta.Moradamiércoles, 21 de octubre de 2009
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15:55
Pelicula "La casa de las dagas voladoras"
Una rara belleza al norte Es la dama más linda de la tierra una mirada de ella y toda la ciudad cae. Una segunta mirada deja toda nación en ruinas, No existe ciudad o nación que haya sido más apreciada que una belleza como ésta.
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Tinta.Moradamartes, 20 de octubre de 2009
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18:42
Era el medio día y el sol se burlaba de las personas escondiéndose entre las nubes; la muchacha llevaba cerca de diez minutos esperando el bus, que ni siquiera señales mandaba, mientras que los automóviles lucían sus diversos colores por las calles. El semáforo dio rojo y un taxi frena frente a la muchacha a esperar el cambio de color. Los ojos de ella se posaron en le dibujo perfecto; éste era el joven que conducía. Su cansancio se notaba, sus ojeras hacían que su tez blanca y sus claros ojos se resaltaran. La muchacha reconoció la obra de arte que se encontraba frente y tuvo la extraña necesidad de parar el tiempo, observar y sentarse con una carpeta y un carbón a copiar las delicadas e iluminadas facciones de aquel hombre; ese hombre común, que sólo esperaba la luz verde para seguir su desconocido destino, al mismo tiempo que sus manos de porcelana, jugaba con su molesto cabello y acariciaba el suspiro que venía con la lenta hora. Sólo la memoria de ella era la herramienta más accesible en ese momento; trató de grabar el rostro, el color, los detalles y sobre todo el cansancio de ese extraño personaje. Su seriedad la hechizaba, su conformismo la cautivaba; ella creía poder leer sus pensamientos, escuchar sus mudas palabras, sentir que lo acobijaba para darle la paz que su máscara gritaba. Qué era lo que realmente sucedía en los sueños de aquel joven, ni ella ni las demás personas que pasaban lo sabían, quizás en el bosquejo de su rostro la muchacha lo descubriría.
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Tinta.Moradadomingo, 18 de octubre de 2009
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19:28
Hace calor, las vacaciones llegaron y se vendrán dos meses de juegos y risas. Mamá dice que tengo que esperar que el sol baje un poco más, ya que hace mucho calor y me hará mal; pero las mariposas que juegan en mi estómago y las energías que quieren salir de una vez, no me dejan estar tranquila en mi casa. Tengo dos hermanos mayores, pero no están en este momento, sus asuntos sociales y laborales los tienen ocupado; sólo me queda esperar mientras la aburrida televisión me distrae con sus temas enredados y telenovelas cursis. Llegó el atardecer y las voces de niños en el jardín, que me espera, se comienzan a escuchar. ¿Qué hora es? ¿El sol ya bajó? Escucho mi nombre, y el sonido del timbre suena y suena y nadie va a ver. Mis ojos brillantes y mi felicidad que se liberaba en aquel lugar, escuchan un "¿quieres ir al jardín y jugar con nosotros?" y mis pies corrieron junto a estos niños entre los gigantes árboles que nos esperaban cada tarde. Mis hermanos que yo adoptaba cada verano, era mi alegría para despertar cada mañana; amigos inseparables. En cada aventura entre los árboles era la historia más mágica que podríamos a ver podido vivir. La imaginación era nuestra madre, mientras la luna nos observaba con ternura. Los nervios de estar atrás de un árbol, mientras todo se escondían, eran los mismos cada día, sin perder el encanto y los escalofriantes pensamientos de susto que sentía mientras alguien buscaba. Cantos y bailes eran los dueños de las noches de verano en aquel jardìn encantado. Los juegos nos unían; eras uno solo, un niño gigante que solo quería jugar.
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Tinta.Moradaviernes, 16 de octubre de 2009
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8:54
Risas que cada tarde compartiamos con los demás en el salón, llegaron a nuestras manos aquella noche; pero estabamos soló tu y yo. Un tierno abrazo se apoderaba del lugar mientras nuestros cuerpos se transformaban en seres desconocidos que nunca habian compartido una habitación. El calor que nuestros rostros, que habian sentido muchas veces al ser rosadas, ya no era la misma; nos convertimos en dos personas extrañas que a travéz de un juego de labios trataban de conocerse. Las llamas en tus manos aumentaba su calor; mi mente no dejaba que esta adrenalina se apoderara de mi cuerpo, teniendo una lucha constante entre la razón y la sensación; tus manos hacian que volara más alto cada segundo, sintiendo entre mis piernas viajar esas microscópicas aves que trataban de escapar por mis labios. Era inevitable no dejarme llevar, pero las voces del salón me hacian volver a la realidad. Ya, dejando de lado esos seres extraños, volvemos hacer los mismos; vuelven las risas y los brindis amistosos que en un principio nos trasladó a un mundo que soló eramos tu y yo.....