Quizás me regalaran penas, consecuencias y sermones donde muchas veces se oirá la autoridad o las insignificantes palabras de sabiduría.
Qué saben ellos de lo que se oculta entre estas líneas;
qué saben ellos de la ponzoña que corre por mis venas
que arde tiernamente mientras camina, que lastima mientras muestra su bella danza en las raíces de mi piel.
Déjame flotar, déjame dormir con los ojos abiertos,
déjame florecer en esta tierra infértil,
déjame llorar teniendo el alma alegre.
Son años de sequía, son años de masivas lluvias;
a pesar de eso, mis pies jugaban y giraban.
Sí, ellos jugaban a jugar.
El otoño ya da calor, el viento helado es éxtasis en mis mejillas. Ahora puedo viajar más rápido; la luz del sol muestra un día para dar un paseo.
Viajaré contigo, sin escuchar el griterío del invierno.
Viajaré contigo, como tú bien lo dices, a otra dimensión.
Ellos no saben cómo se escriben estas historias, ellos no conocen las notas de aquella sinfonía;
sólo hablan entre gritos sin sentidos cuando yo les respondo con una eufemística sonrisa.
Detengan la discusión de esas ciegas lenguas, ya que igual me beberé esta locura;
la locura que una tarde de primavera ellos me dejaron entre mis manos, cuando para mi el verano era gris y para ellos la oscuridad era primavera.
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