
En primer lugar, no quiero ver tu (¿engañosa?¿fingida?) cara una vez más. Eres la nueva Valentina de mi vida, pero creo que Valentina era más suave y linda; sí, la verdad quería ser como ella, tan linda, tan pálida, con largo y liso cabello; sí, como ella, hubiera sido lindo ser... superficialmente hablando, claro.
Pero tú, me hastiaste. He llegado a la conclusión que es envidia toda esta obsesión... Pero (la gran pregunta) ¿envidia de qué?. La verdad que prefiero mil veces la obsesión por Valentina que por ti; ella es una utopía (a pesar de que no tenía mi libertad ja- ja- ja) y tú eres un ser irritable.
Odio tus fotos, tu caminar. Cuando hablas más te odio (a Valentina no la odiaba...), cuando te sientes admirada y lo publicas, te odio el triple. Me altera ver tu nombre en mi correo electrónico.
Quizás lo que envidio de ti es tu seguridad, característica que siempre me ha faltado y tengo confirmado, que siempre me faltará o tal vez, tu cara angelical... !No¡ paf, por favor deja reír.
Tengo que analizar esto o sino me volveré loca; pensemos... Tengo bonito pelo ¿eso sirve?, poseo una creatividad brillante (comparándola con la tuya, obviamente), creatividad que tú la buscas para fines personales ... o sea, te conviene hablar conmigo (bésame los pies, ¡ja!).
Crees ser el centro de atención, pero sólo lo eres cuando abres y cierras los ojos luciendo tus pestañas... Si me muestras un poco de humildad, quizás te vuelva a hablar, por ahora no lo haré... no me gusta odiar a las personas.
No te miro, no te escucho, te evito... por mi bien y por tu estabilidad. Por mi salud mental y por tu ... no sé que.
Además, si unos le da mucho festival a una persona es porque esa persona le importa y eso no quiero; me quiero a mí, no a ti.
Valentina era femenina, algo que hacia que la admirara, era pura, limpia, dulce; envidiaba su belleza, pero tú eres estresante, sólo me descontrolas y me enfureces.
Con todo esto concluí que tengo más onda que tú; mis pensamientos son más sicodélicos que los tuyo, son de colores, aromas y mariposas; y tú sólo buscas miradas.
Gracias por hacerme envidiarte, ahora sé quien soy e hiciste que me amara más.
Sí, muchas personas me han dicho las cosas bellas que tengo, aparte de mi descapotable y mi unicornio rosado, y nunca las consideré; y ahora que mi autoestima se ve en el suelo por tu actitud, esos comentarios hacen que me ruborice. Sí, acepto estos comentario, pero no lo grito a los siete vientos para que todos sepan lo genial que soy (ridícula).
Repito, ahora me valoro y veo en el espejo lo simpática que soy.