
Cuando la mente viaja a lugares desconocido...
El Mapocho era oscuro y turbulento, lejos de esta realidad
Y tus manos de arena me acariciaron, tus manos más rocosas que las que algún día acaricié
El Mapocho seguía rugiendo, y tú me hablabas de canto y yo soñaba que cantaba... canté con una guitarra con cuerdas de oro y pinzas que regulaban la vibración que mata dolor.
Eras un anciano, eras tú con miles de años... eran tus manos suave tocándolas una vez más... Estás feliz y yo canto para ti
0 comentarios:
Publicar un comentario